Lavarse las manos es un gesto cotidiano y eso de ¡a lavarse las manos, que vamos a comer! es una de las cosas que más nos han repetido en la niñez. Incluso aunque no lo hagamos (!), tenemos interiorizado el concepto de higiene y las rutinas más o menos efectivas para mantenerla. La piel es el órgano que nos recubre y hace de barrera protectora del organismo, además de actuar como sistema de comunicación con el entorno. Sobre ella se desarrollan cientos de especies diferentes de bacterias, hecho que nos convierte en un auténtico ecosistema en el que unas prefieren habitar el interior de la nariz, otras la parte de atrás de la oreja, otras la axila, etc. Donde más diversidad encontramos es en el antebrazo y en la mano puede haber una media de 150 especies diferentes (que pueden suponer millones de bacterias en pocos centímetros cuadrados). ¿Es importante la higiene de manos? Veamos…
En el estudio realizado por… Pero no, esa es otra historia para otro día…
Aunque de historia vengo a hablar hoy: concretamente de dos descubrimientos científicos muy relevantes para nuestra salud. Porque en la actualidad podemos saber si debajo de una uña nos crecen 10 o 100 especies de bacterias, pero hubo un tiempo en el que no se sabía que existían los microorganismos, por la sencilla razón de que no existían los microscopios. Sí se conocían desde tiempos lejanos las actividades desarrolladas por los microoorganismos (fermentaciones, infecciones), pero hasta que no se desarrollaron los instrumentos necesarios para observarlos, no se sabía con certeza a qué eran debidos esos fenómenos.
Vida…
Un comerciante de telas holandés, nacido en 1632, gustaba de enredar con lupas, que ya se fabricaban desde tiempo atrás. Pero él, Anton van Leeuwenhoek fue el que consiguió mejorar la técnica hasta conseguir aumentos de 300 veces el tamaño del objeto observado. Y pasó lo que tenía que pasar: que hizo un “descubrimiento”. Un día se le ocurrió mirar una gota de agua y ¡zas!, allí estaban, moviéndose, un montón de… de… ANIMÁLCULOS.
Agua de estanque, vinagre, saliva, sarro dental, esperma..nada se escapaba a su superlupa. Y en todas partes veía minúsculos seres retorciéndose. No era un científico, ni siquiera sabía latín, pero gracias a su curiosidad y a su meticulosidad a la hora de anotar y dibujar lo que iba descubriendo, fue admitido en la Royal Society of England, en cuyas publicaciones dio a conocer sus hallazgos.
“En cualquier agua de lluvia se pueden encontrar los animálculos; y en todo tipo de agua que se deje reposar al aire libre, los animálculos aparecerán. Esto es porque estos animálculos pueden ser transportados por el viento, junto con las partículas de polvo que flotan en el aire”
Por todo esto a Leeuwenhoek se le considera el padre de la Microbiología, pero hasta un par de siglos después no se produjo el desarrollo de esta ciencia. Koch, Tyndall, Cohn, Pasteur, Yersin, Lister (atentos a estos nombres, que luego vuelvo a ellos)… encontramos grandes científicos que han pasado a la Historia de la Ciencia por sus descubrimientos en Microbiología.
Pero igual que unos han pasado a la posteridad por sus trabajos y descubrimientos, hay otros que a los que la Historia ha castigado al rincón de los olvidados. Y hay uno que a mí me llama poderosamente la atención, porque, aunque se dedicó con obsesión (hasta la muerte) a demostrar su teoría, que era cierta, fue denostado por sus compañeros de profesión.
Muerte…
A mediados del siglo XIX muchas mujeres morían tras el parto por una infección llamada fiebre puerperal. Está causada por microorganismos patógenos mesófilos (son los que se desarrollan a temperatura ambiente) que colonizan e infectan el tracto genitourinario durante el expulsivo. Bien, en un hospital de Viena trabajaba un tocólogo llamado Ignaz Semmelweiz, que estaba totalmente desconcertado por todas esas muertes por fiebres puerperales. Y se puso manos a la obra. En ese hospital había dos pabellones donde las mujeres podían dar a luz. En el que él trabajaba junto a otros tocólogos y estudiantes de medicina, morían la mayoría. En el otro, eran parteras las que atendían a las mujeres y la mortalidad era significativamente menor. No había diferencias en el estatus de las mujeres atendidas, ni en su alimentación, ni en la higiene de los pabellones. Sólo con eso ya podía ponerse a trabajar.
Observó que la mortalidad era mayor en su pabellón aunque el otro atendiese a más mujeres (la fama había corrido y todas pedían parir en el de las parteras) e, incluso, mayor que entre las mujeres que parían en la calle. Tampoco era culpa de la brusquedad de los estudiantes en sus reconocimientos ni de las diferentes posturas en las que estuviese la mujer (boca a arriba en su pabellón o de lado en el de las parteras).
Un día, uno de sus colegas se clavó un escalpelo haciendo una autopsia y se infectó con “materia cadavérica”, muriendo al poco tiempo. El progreso de la enfermedad fue similar al de las mujeres en sus fatales postpartos. Nuestro tocólogo ató cabos y ¡zas!, concluyó que eran ellos mismos los que infectaban a las parturientas. Iban de la disección de un cadáver a un reconocimiento uterino sin lavarse las manos (cosa que no hacían las parteras, claro está). Y con la ropa de la calle, además. Para probar que estaba en lo cierto, obligó a todos los tocólogos a lavarse las manos con cal clorada (no asustarse, es lo que llamamos ahora cloro de piscina) antes de atender a una parturienta: la mortalidad bajó en su pabellón por debajo de los niveles de la otra en unos pocos años.
No se cómo lo veis, pero esto me parece un descubrimiento de suma importancia en aquél momento y que años después, fue utilizado por Lister para desarrollar los antisépticos. Bueno, pues sus colegas le dieron por saco, que a ver quién era él para obligarles a lavarse las manos. A nuestro querido tocólogo se le empezó a ir la pinza y escribía cartas llenas de ira llamando asesinos a todos los tocólogos… lo veía tan claro, era tan fácil… la de mujeres muertas por negarse a un gesto que ahora es tan cotidiano… acabó clavándose un escalpelo delante de un montón de estudiantes en una autopsia, muriendo poco después por la infección de “materia cadavérica”.
“Debo confesarte que mi vida fue infernal, que desde siempre la idea de la muerte de mis enfermos me resultó insoportable, sobre todo cuando esa muerte se desliza entre las dos grandes alegrías de la existencia, la de ser joven y la de dar la vida”
Higiene de manos
Ambos descubrimientos han sido decisivos tanto en el desarrollo de la Ciencia Microbiológica como, lógicamente, en la salud del ser humano. Uno fue un hallazgo casual de una mente inquieta, el otro el trabajo de toda una vida dedicada a demostrar una idea. A ninguno de los dos se le puede negar el mérito científico y humano de su labor.
En realidad, todo esto ¿a qué venía?… ah, sí… el domingo pasado se celebró el Día Mundial del Lavado de Manos… ¿cómo se os queda el cuerpo?, ¿eh?… imaginaos la cara del Dr. Semmelweiz si se entera. Menudo corte de mangas cósmico que les iba a hacer a sus colegas… ¿no os parece? Total, que ahora yo debería explicar la técnica del lavado y la hgiene de manos para no contaminar los alimentos y como se evitarían muchas muertes al año facilitando y fomentando este hábito en ciertas partes del mundo, pero lo dejaré para otra ocasión por que quiero seguir con una última cuestión, a modo de conclusión.
Leyendo vidas de personajes ilustres nos encontramos con mercaderes de telas que ingresan en prestigiosas sociedades científicas, químicos que son a la vez economistas, etc. Eran hombres y mujeres que tenían amplios conocimientos de muchas materias diferentes. Actualmente se tiende a la superespecialización, de tal manera que los de ciencias se escudan en ello para justificar su ignorancia en ciertos temas y los de letras lo mismo. Estoy generalizando, lo sé… pero que valga el ejemplo, por favor. Y antes de que comience la separación de rutas académicas en el instituto, ¿por qué no contarles a los alumnos quién fue Pasteur, o porque se llama Kitasato ese cacharro del laboratorio o las peripecias de nuestro amigo el obstetra? El lado humano y más entretenido de la ciencia. Contextualizando los descubrimientos, relacionándolos con la época en la que se produjeron y las consecuencias que han tenido en el devenir de los años.
Antes comenté algo de un tal Lister… buscadlo. Cuando os enjuaguéis la boca con listerine, acordaos de esto. Todos los días usamos alimentos (pasteur)izados, los cocinamos para matar la Listeria, usamos la tindalización para hacer conservas de carne…
Una visión global y bien hilada de todas las épocas que nos han precedido, desde todos los ámbitos del saber, darán como resultado profesionales entusiastas y un nuevo acercamiento entre las ciencias y las letras…
Este post participa en el V Carnaval de Humanidades, alojado por @Ununcuadio en su blog Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Si te ha parecido interesante esto de la higiene de manos en la historia, no dudes en compartirlo en tus redes. ¡Gracias!
Patricia…
Y SI MANIPULAS ALIMENTOS CON GUANTES, LEE ESTO
…
Otros post: Taller de higiene de manos para minichefs
Pinchando en las fotos se accede al sitio original.
Fuentes: Microbiología, Material para la consulta, el estudio y la divulgación. Enrique Iáñez Pareja. Dpto. de Microbiología de la Universidad de Granada.
Patricia García Berruguete
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Desde que me lavo las manos mas a menudo, me resfrio menos jejeje. Gracias
Fenomenal, es así la cosa…Gracias por la visita
Totalmente de acuerdo con el problema de la superespecialización, no sirve de nada ser experto en una cosa concreta si eres inculto en el resto, pierdes perspectiva, te quedas sin referencias reales y estás perdido fuera de tu mundo. Además te pierdes un montón de cosas interesantes. Bonito post.
Muchas gracias Aitor, me alegro de que te guste.Estaría bien poder ser tan polifacéticos como Da Vinci, ¿verdad?.
Totalmente de acuerdo con lo que dices, quedarte sin referencias si sales de tu mundo, sea cual sea. Una excesiva polarización entre el mundo de ciencias y el de letras me parece perjudicial para el conocimiento. No, para el conocimiento no, para la sabiduría.
Gracias por pasarte y comentar..
Un abrazo..
Tenias razon: ¡me ha encantado! Gracias por esta mezcla fantástica de ciencia y letras 🙂
Un saludo!
muchas gracias .. Me alegro de que te guste por que yo he disfrutado como una loca escribiéndola..Estaré atenta al Carnaval…
Un saludo!!
MAGNIFICO, ANIMO,
gracias, anónimo…
Qué bueno Patricia!, me ha encantado el post, es muy ameno de leer y en él descubrimos cosas muy interesantes sobre un gesto tan cotidiano y tan importante para todos aquellos que van a manipular alimentos.
Un beso 😉
Gracias, me alegro de que te guste…
Besin..;-)
seguirá ahora dando igual que sé mueran las mujeres? parece que esto no avanza. muy interesante lo que escribes
Ese es un temazo…el de la falta de higiene en abortos clandestinos, por ejemplo..la más candente actualidad…
Gracias por comentar…
Genial genial post Patricia, súper interesante y fenomenal escrito.
Me ha encantado!!
Gracias Natalia….largo como él solo, pero bueno..;-))
Muy bueno!! Si es interesante no es largo…., todo lo contrario cortísimo se me ha hecho